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Por Mariano Obarrio
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Cuando las todo parece perdido, cuando la crisis arrecia con la pobreza, la deuda insostenible, la recesión, la inflación, los debates culturales y morales y el coronavirus, la reliquia de un santo acompaña silenciosamente al presidente Alberto Fernández, a los funcionarios y a los empleados de la Casa Rosada. Se trata del solideo de San Juan Pablo II, el papa que visitó la Argentina en 1982 y dejó su casquete sagrado como un recuerdo para los argentinos, en sus plegarias por la Paz.
Pocos conocen esta historia. El papa Juan Pablo II, que fue investido como “Mensajero de la Paz”, llegó a la Argentina el 11 de junio de 1982, en plena Guerra de las Malvinas, en una misión evangélica para rezar por la Paz. Faltaban pocos días para la rendición del Ejército Argentino frente al británico. En aquel encuentro, el Santo Padre visitó al entonces presidente de facto Leopoldo Fortunato Galtieri.
Como parte de esa recorrida por la Casa Rosada, se detuvo a rezar en la pequeña capilla que existía en el primer piso del palacio, entre el sector presidencial y el Salón Blanco. Ese era el paso obligado de todos los presidentes que se trasladan desde su despacho al Salón Blanco.
Allí existe aún un pequeño living, decorado con sillones de época, en cuyo costado que da a la avenida Rivadavia existía un altar desde hacía muchísimos años. Luego de hacer sus oraciones, el “Mensajero de la Paz” quiso dejar su solideo blanco como recuerdo y como signo de su intención de cese de fuego entre argentinos y británicos en las islas del Sur.
“Mi actual viaje a la Argentina tiene un carácter excepcional. Una visita evangélica quedará para otra ocasión”, dijo el Papa en aquel tiempo. La reliquia fue guardada por la Secretaría General de la Presidencia, como tantos regalos institucionales que reciben los Presidentes.
Esa capilla fue removida luego de varios años y de varios mandatos por el ex presidente Néstor Kirchner en pleno conflicto con la Iglesia argentina que por entonces comandaba el cardenal primado y arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, que en 2013 se convertiría en Papa.
Con los años, cuando ya gobernaba Cristina Kirchner, que se reconcilió con Bergoglio-Papa, esa capilla se reconstruyó en la planta baja de la Casa Rosada, al costado del patio que conduce al portal de Balcarce 50. La capilla está presidida por la imagen de la Virgen del Rosario de San Nicolás. Dentro del pequeño templo también habita la imagen de la Virgen de Luján. Es un santuario austero, sencillo e impactante.
Desde esta semana de marzo de 2020, apareció en la capilla, dentro de una vitrina, el solideo del papa Juan Pablo II, hoy Santo. Se trata de un casquete, de seda, formado por seis piezas o gajos cosidos entre sí, que usan todos prelados de la iglesia católica, obispos, cardenales y el Papa, para cubrirse la coronilla. Aquel regalo del Santo Juan Pablo II ahora acompaña a la Argentina en su deseo de Paz y de terminar con las grietas que nos hieren.