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Por Mariano Obarrio
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El presidente Alberto Fernández montó una puesta en escena política de fuerte apoyo político e institucional para comunicar la oferta de reestructuración de deuda con acreedores privados, muy agresiva sí, pero que a todas luces es un punto de partida de una durísima negociación de 30 días. Un error en la comunicación le jugó una mala pasada: mencionó la palabra “default virtual” y muchos medios entendieron que declaraba la cesación de pagos como en 2002.
Además, mezcló en su discurso de cierre el momento actual con el gobierno de Néstor Kirchner, cuando la Argentina estaba en default. Lo hizo, paradógicamente luego de la presentación del ministro de Economía, Martín Guzmán, que en toda su línea manifestó la voluntad del país de resolver el problema de la deuda sin entrar en default.
Sin acuerdo con los bonistas por ahora, Guzmán presentó la propuesta de comenzar a pagar luego de tres años de gracia, en 2023, con una quita del 62% de los intereses (U$S 37.900 millones) y del 5,4% sobre capital (3600 millones) sobre una deuda total de 68.842 millones.
El ministro también consignó que buscará un acuerdo de reestructuración con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por una deuda de 44.000 millones de dólares. Y dijo que la oferta a los bonistas es lo que la Argentina puede pagar y tiene el aval del organismo que preside Kristalina Giorgieva.
En base a eso, reitneró que la Argentina “no puede pagar nada este año, ni los siguientes”. Esas afirmaciones y el “virtual default” del Presidente causaron confusión e hicieron temer el peor escenario de default.
La oferta es difícil de digerir para los principales fondos de inversión, que ya anticiparon que no la aceptarán. Pero Guzmán se mostró dispuesto a no caer en default y omitió mencionar algo fundamental en cualquier canje, el plazo del pago de las amortizaciones de capital: no se sabe si serán 5, 10 o 20 años, un dato que como muchos otros se conocerán cuando la Argentina informe mañana viernes la propuesta completa luego de presentarla ante la Security Echange Comissión (SEC).
“Sin conocer ese plazo no se puede comenzar a hablar. No se puede conocer el valor presente neto de la oferta. Cuánto voy a recibir a final del camino”, señalaba un ejecutivo conocedor del mercado. Muchos gobernadores y dirigentes de Cambiemos, que fueron invitados al anuncio, se preguntaron si la voluntad del Presidente era romper con los acreedores y declarar el default virtual o iniciar una negociación.
En la Casa Rosada lo dijeron sin medias tintas: “Es una negociación, pero habrá corcoveos de ambas partes”, señaló un funcionario muy cercano a Alberto y a Guzmán. Aunque admitió que el Presidente confundió a todos cuando rememoró que en la época de Néstor Kirchner “estábamos en un default explícito y ahora estamos en un default virtual”.
En Balcarce 50 tuvieron que salir a explicar luego que no se refería a un default general sino “al DNU del 5 de abril por el cual se postergaron los pagos de la deuda en dólares bajo legislación local hasta 2021. Son unos US$ 8.400 millones”, apuntó ese vocero.
Pero todos los portales de los diarios usaron la frase de Alberto Fernández para sugerir que había anunciado un “default virtual”. Si bien la oferta no es nada atractiva, en el mercado prevén una negociación: “No está fácil. Es jugar al borde de los dos lados”, dijo un ex secretario de Finanzas que opera en el mercado y que tiene diálogo con el Gobierno.
De la presentación, también participaron la vicepresidenta Cristina Kirchner; el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa; todos los gobernadores, de manera presencial o virtual, y el jefe del bloque de diputados del Frente de Todos, Máximo Kirchner. El Presidente le quiso dar un marco de apoyo político sobre una amplia base de sustentanción, aunque el jefe del Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y los gobernadores radicales se fueron sin hacer declaraciones.
“Hoy no podemos pagar la deuda, tenemos la voluntad de hacerlo, pero no tenemos la capacidad de hacerlo”, dijo Guzmán. “La Argentina no puede pagar nada” y “el Fondo coincide en que tiene que haber una fuerte reducción en la carga de la deuda”, agregó.
Incluso, el ministro dijo que la Argentina quiso avanzar con la oferta pese a la crisis mundial por la pandemia del coronavirus. Si bien hoy el país y el mundo no saben bien dónde están parados, el momento actual según algunos analistas podría favorecer, si hay una negociación, a un acuerdo porque muchos acreedores podrían aceptar una oferta que supere el 45% el valor original de los 17 bonos que estarán en danza.
Para un analista del mercado, todo se trató de “un gran acto político”, con un “discurso inconsistente” tras el cual no se puede “evaluar la propuesta sin conocer los plazos de la amortización del capital”. En medio de esto, el Gobierno anunció que no pagará los 500 millones de dólares de amortización de intereses que vencen la semana próxima.
Eso es un signo de que meterán también esos vencimientos dentro del paquete de la negociación, por cuanto existe un plazo de 30 días para atrasarse en esos pagos sin ser declarado el default. Ese plazo está dentro de los plazos previstos para la negociación por Guzmán. “Le quedan solo 30 días para resolver todo este gran quilombo, imposible”, señaló ese analista.
El ministro tiene diálogos tensos con los líderes de los tres grupos acreedores de la Argentina y los líderes de los principales fondos de Wall Street. Por ahora los fondos BlackRock, Greylock, Pimco y Fidelity que por ahora les adelantaron que rechazarán esta propuesta. A partir de ahora se abre una durísma negociación de pesos pesados para saber si efectivamente la Argentina caerá nuevamente en default.