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Por Analía Forti
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Todos conocemos los beneficios de realizar actividad física con regularidad para nuestra salud física y sabemos también que caminar durante una hora tres veces a la semana es suficiente para mejorar nuestra calidad de vida. Lo que no tenemos tan presente es que hay ciertos beneficios para nuestra salud emocional en una actitud de vida que es una suerte de entrenamiento emocional y consiste en saltar obstáculos.
Así es, tal como lo están leyendo. Entrenarse en saltar los obstáculos que la vida nos presenta es una actividad que implica una actitud de vida altamente beneficiosa para nuestra salud emocional.
La vida, ese inmenso escenario experiencial, nos ofrece innumerables obstáculos día a día para iniciar nuestro entrenamiento existencial. Obstáculos que son siempre oportunidades y desafíos a nuestra capacidad de resolución y de respuesta asertiva.
Obstáculos que se interponen en nuestro camino y que nos permiten descubrir nuevos o viejos recursos internos para saltarlos. Cuando aparece un obstáculo en nuestra vida, solemos pensar “todos son problemas… ahora esto …!” en lugar de pensar “ todos los problemas tienen soluciones… vamos ahora con esto… !” y así nuestros pensamientos crean el verdadero y mayor obstáculo que son nuestras creencias sobre el obstáculo.
Creemos que no nos merecemos que esto nos suceda, creemos que todo nos sucede a nosotros, creemos que esto que sucede ahora nos impedirá aquello que queremos lograr, creemos que no tenemos las fuerzas, las ganas ni los recursos para saltar el obstáculos que aparezca, creemos que ya estamos vencidos antes de iniciar la tarea.
El obstáculo permite que afloren nuestras trampas internas y son ellas las que terminan por impedirnos avanzar y no los obstáculos. Lo que creemos del obstáculo es el problema. Nuestros pensamientos son los que crean nuestras realidades. Nosotros somos nuestros propios obstáculos.
Imaginemos la vida como un viaje de aventuras, durante el cual viviremos muchas experiencias de todo tipo, alegres y tristes, gratificantes y placenteras y difíciles y dolorosas. Imaginemos que cambiaremos paisajes, climas y lugares, que cada aventura será vivida y transitada con diferentes compañeros de viaje.
Imaginemos que algunos ya hicieron el viaje antes y otros lo harán en el futuro. Imaginemos que este es nuestro tiempo de hacer el viaje, pero que el viaje no será eterno, tuvo un principio y tendrá un final, algunos compañeros de travesía se bajarán antes, otros después, pero todos y cada uno tendremos que terminar el viaje personal que implica vivir.
Imaginemos un viaje colmado de experiencias que tendremos que vivir y afrontar con los recursos de los que dispongamos en ese momento. No son obstáculos, son experiencias, aventuras, circunstancias inesperadas que nos permiten poner a prueba nuestra capacidad de saltarlas y seguir adelante esperando la aventura próxima con la certeza de contar con lo necesario para transitar también esa que está por venir.
Vivir es un entrenamiento que termina junto con la vida. No dejes de entrenarte. No dejes de vivir.