EN MEDIO DE INTERNAS Y PELEAS, EL GOBIERNO DISCUTE EL NUEVO PARADIGMA ECONÓMICO TRAS LA PANDEMIA

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Por Mariano Obarrio

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El gobierno de Alberto Fernández discute un nuevo paradigma económico derivado de la pandemia del coronavirus. La caída de la recaudación impositiva en la Nacion, las provincias y los municipios, más las demandas sociales y empresariales hacen inevitable que el corte de la cadena de pagos y los quebrantos en el sector privado deberán ser financiados con emisión monetaria, la discusión es por la magnitud. El presidente del Banco Central, Miguel Angel Pesce, es más restrictivo y la Casa Rosada lo empuja hacia una mayor expansión de base monetaria.

Mientras el ministro de Economía, Martín Guzmán, se concentra en la próxima oferta de reestructuración de deuda a los acreedores privados, el equipo económico comenzó una fuerte pulseada con Miguel Pesce. El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, considera que no queda otra alternativa que recurrir a una gran emisión monetaria para sostener los planes de alivio del Gobierno. Pesce es más cauto: su función es cuidar la moneda y que no se desmadre la inflación.

Con el apoyo del ministro de Trabajo, Claudio Moroni, Kulfas considera que la emisión monetaria es el mal menor en esta emergencia excepcional. Es preferible una fuerte inflación a la que luego se pueda corregir con el tiempo, dicen, antes que la desaparición del aparato productivo, con destrucción masivas de puestos de trabajo, y una fuerte inestabilidad social. De la inflación se sale, de los despidos masivos es más difícil.

Esta visión es apoyada por la directora ejecutiva de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont, y por la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca, el albertismo puro nucleado en el Grupo Callao. Siempre fueron un equipo económico consolidado, desde tiempos en que Marcó del Pont dirigía el Central.

Además, levantan la nueva bandera de Alberto Fernández: la economía se puede levantar con el tiempo, pero una vida no se puede recuperar, y la muerte del aparato productivo tampoco. Una fábrica que cierra es muy difícil reabrirla y eso significan miles de empleos menos. Pesce, en cambio, teme que la inflación genere un cimbronazo político.

La novedad es que varios directores del Banco Central, colocados por el Presidente y por el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, están más cerca de la postura de Kulfas que la de Pesce. Se abrió una grieta en la autoridad monetaria, que pocos saben cómo terminará.

En ese sentido, el gobierno se dispone a anunciar una serie de medidas económica que implican una fuerte emisión monetaria. La recaudación de impuestos cae en picada y la colocación de deuda externa es totalmente inviable por la incertidumbre argentina y por la pandemia mundial.

Esto, independientemente de cómo se reestructure la deuda pública privada y la deuda con el FMI, para lo cual Guzmán prepara la oferta, para una ardua negociación. El manejo de Hacienda, la caja, la mantiene Raúl Rigo, que es hombre de Alberto Fernández. Y la caída de los ingresos en la AFIP es preocupante. De allí la necesidad de un nuevo paradigma.

Los gobernadores y los intendentes le transmitieron entre el domingo y ayer martes al Presidente que la recaudación de sus impuestos cae al 50% promedio, que es necesaria una decidida emisión monetaria para inyectar más recursos en sus provincias. De lo contrario no podrán pagar los sueldos, una alternativa que ni se tiene en cuenta.

El Gobierno liberó 6000 millones de pesos de ATN pero ellos reclaman 80.000 millones. Incluso, algunos, con el puntano Alberto Rodríguez Saá, le sugirieron emitir cuasimonedas, descartó durante una videoconferencia. Pero la mayoría de los gobernadores, consultados por La Nueva República, lo descarta. Otros no contestan. “A mi me mandaron 90 millones de pesos. No me alcanza ni para empezar”, dijo un mandatario.

También, las provincias petroleras le pidieron a Fernández un precio del barril criollo de 54 dólares cuando el crudo en el mundo perforó los 20 dólares. Kulfas se llevó las propuestas de todos y Fernández tomó nota. Pero no podría estirar el valor más allá de los 40 dólares. En Desarrollo Productivo sólo atinan a confirmar que “estamos conversando”.  

El Presidente anunció ante los intendentes del conurbano un plan de alivio de 380 mil millones de pesos para Pymes y empresas. Hace dos semanas había anunciado un sinfín de ayudas para los beneficiarios de planes sociales, monotributistas, AHU, trabajadores informales y jubilados, además de una línea de créditos por 320 mil millones al 24% que los bancos deben prestar a todas las Pymes y empresas del país. Eso se estimaba en un costo fiscal de 700.000 millones de pesos, 2% del PBI. Luego se anunció el Ingreso Familiar Extraordinario de 10.000 pesos para monotributistas y trabajadores informales, con un total de 36.000 millones, el 0,12% del PBI. El beneficio para el conurbano engrosaría esas erogaciones.

Todas las medidas implican multiplicar los gastos cuando caen a pique los ingresos. Una tormenta perfecta, que el Presidente visualiza como una oportunidad para cambiar los paradigmas económicos. En este contexto, además, se suma la complejidad de la operación de financiamiento de los bancos a las Pymes. Muchos bancos pusieron reparos para prestarles a baja tasa a las Pymes porque estas no califican por su baja solvencia crediticia.

Alli se manifestaron las primeras diferencias de visiones. Kulfas presionó a los bancos y a Pesce para convencerlo de que sea más duro con el sistema financiero. El BCRA emitió una resolución para crear nuevos incentivos a los bancos y Producción anuncio una garantía estatal para responder por las Pymes. Con eso, se destrabó la reticencia luego de una dura pulseada pero recién ahora se verán los resultados.

La pulseada dejó heridas. Funcionarios del Gobierno les comentaron a muchos industriales que Pesce no es lo suficientemente rígido con los bancos para obligarlos a dar créditos cuando “todos hacen sacrificios”, ni se pone firme para obligarlos a darles una buena atención a los jubilados que tienen que cobrar sus haberes. El presidente del BCRA mantiene esa tensión también con algunos de los directores de la autoridad monetaria.

Un economista de renombre consideró lógico que Pesce deba responder a la presión de los bancos, que no ven con buenos ojos una emisión extraordinaria por el efecto inflacionario. Y comprenden que no se anime a enfrentarlos abiertamente, como pretendería el ala “productivista” oficial. “Lo que es concreto es que hay un cambio de paradigma mundial en la economía y también en la Argentina. Esto no es la discusión si hay que ser keynesiano u ortodoxo. La emisión es la única alternativa”, señaló un economista ortodoxo que observa la fatalidad de la crisis.

Algunos consultores igualmente ortodoxps estiman, al igual que Kulfas, que no habrá otro camino que la emisión monetaria y que en el corto plazo no sería inflacionaria porque se destinaría a cubrir el faltante de dinero y no a expandir el circulante en un escenario de normalidad. Pero en el mediano plazo la baja predisposición de los argentinos a quedarse con los pesos -la declinante demanda de dinero- hará que la gente se desprenda de ellos y desatará un pico inflacionario. “El problema lo vas a tener dentro de algunos meses”, señalan los más escépticos.

Cuando Alberto Fernández habló de “miserables” y desafió a los empresarios de que “ahora les toca ganar menos”, no lo decía sólo por la empresa Techint. También lo decía por las grandes empresas de servicios y por los bancos, señalaron en la Casa Rosada.

Los únicos que se salvan de la fuerte andanada presidencial son las Pymes, a las que el Presidente y Kulfas quieren socorrer, aunque aún no estén muy claras las medidas. Los trascendidos de que se ayudará a pagar los sueldos, se bajarán los aportes patronales, y se les reforzarán los Repros y los seguros de desempleos, trajeron expectativas. Pero todas esas soluciones serán a cambio de que no despidan empleados por 60 días. Muchas empresas, incluso grandes, podrán pagar los salarios de marzo, pero no saben si llegan a los de abril. Todo es incertidumbre.

“El problema es que Alberto cree que los empresarios estamos sentados sobre una montaña de plata para absorber las pérdidas, pero la realidad es que la mayoría vivimos al día. Solo algunas, pueden mantenerse un mes, si es que pueden”, se lamentó desconsolado un ejecutivo de una empresa de primer nivel, desesperado, a la espera de las definiciones sobre el nuevo paradigma económico tras la pandemia del coronavirus.

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