Por Mariano Obarrio.-
En el kirchnerismo presienten que se abre un conflicto dentro del Frente de Todos. El sindicato de la basura de Córdoba, una escisión del moyanismo, fue intervenido por el gobierno de Alberto Fernández y ahora desde esas filas sindicales se baten tambores de guerra y en el oficialismo nadie sabe cómo puede terminar esta pelea de pesos pesados.
El Ministerio de Trabajo, Claudio Moroni, intervino el miércoles último el Sindicato Único de Recolectores de Córdoba (Surrbac) por una causa judicial sobre lavado de activos que investiga el juez federal cordobés Ricardo Bustos Fierro. Sus máximos exponentes están presos por esa causa.
Desde mayo de 2010, cuando los ex presidentes Néstor Kirchner y Cristina Kirchner se pelearon con el líder del sindicato de Camioneros, Hugo Moyano, impulsaron al Surrbac a escindirse del sindicato y le dieron todo el poder. Entre otras cosas, le dieron la personería gremial.
En el oficialismo comenzó a hablarse ahora de un acuerdo entre Alberto Fernández y Moyano. Esto podría abrir otra grieta entre el albertismo y el kirchnerismo. Moyano había acordado con Fernández la inclusión de Guillermo López del Punta en el Ministerio de Transportes, pero fue uno de los nombres vetados por la ex presidenta en esos días.
En este contexto el Surrbac es un sindicato Kirchnerista puro, de paladar negro. Pese a que los allegados a la ex presidenta dicen ahora que “no es un tema para nosotros”, trascendió que Maximo Kirchner y Cristina Kirchner no tomaron nada bien la intervención de ese sindicato.
En medio de las señales de Alberto para congraciarse con ellos dando algunas señales de hostilidad a la Justicia y a los mercados financieros, como el coqueteo con un default (que Alberto no quiere), Moroni firmó el decreto de intervención a los dirigentes K.
La medida se publicó en el Boletin Oifical y solo tuvo difusión en los medios de Córdoba. Se nombra como interventor a Alberto Ricardo Ramón Simón. La intervención se hizo por solicitud fue del juez Bustos Fierro.
Los principales dirigentes del gremio, que son K, son Mauricio Saillén y Pascual Catrambone, hoy detenidos en la cárcel de Bouwer desde agosto pasado acusados de lavado de dinero, asociación ilícita, usura y defraudación. Fueron embargados en 20 millones de pesos cada uno, y esperan que la Cámara Federal de Apelaciones resuelva el mes próximo su pedido de libertad. Se encuentran detenidos desde el 26 de agosto de 2019.
“El tema puede ser una bola de nieve porque implica a todos los recolectores de basura de Córdoba”, dijo un hombre que conoce muy bien los vericuetos de la relación entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
Un claro ejemplo del malestar lo dio Juan Saillen, hijo de Mauricio y miembro de la comisión directiva y funcionario del ente de Servicios Públicos del municipio de Cordoba, que lanzó un ultimátum al Presidente durante una arenga la semana última ante miles de recolectores de basura de su sindicato. El tono de su discurso fue durísimo. También cargó contra Moyano, el enemigo declarado de esa facción sindical.
“Al señor Alberto Fernández queremos decirle que nosotros trabajamos incansablemente por un proyecto nacional y popular, que creíamos que nos representaba en serio”, exclamó durante el acto.
Y agregó, dirigiéndose al Presidente: “Que se ponga los pantalones que se ponga a trabajar y que se acuerde que la mitad de los argentinos y nuestros niños son pobres, que se acuerde de eso en lugar de andar satisfaciéndole los egos políticos a Hugo Moyano. A Hugo Moyano en Córdoba no lo queremos… la decisión política la tienen ustedes, compañeros!”. La fisura en el oficialismo quedó expuesta.
Dicen los funcionarios cercanos a Alberto Fernández y quienes conocen las peleas internas del peronismo cordobés que otro hijo de Mauricio Saillen, Franco Saillen, integraba la lista de candidatos a diputados de la lista del Frente de Todos, en cuarto lugar, y que la estructura del sindicato del Surrbac trabajó “incansablemente” en la campaña presidencial, prestó su logística para los actos y paseó al candidato por calles de la Docta. Pero en la semana última todo cambio cuando Moroni, amigo personal de Alberto Fernández, intervino el sindicato.
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